El problema fundamental de mi práctica docente es que trabajo con muchos alumnos con problemas de aprendizaje, alumnos desmotivados, desinteresados en su formación académica. Alumnos con historias de fracaso que han y siguen minando su estructura de personalidad.
Las satisfacciones más grandes que recibo es que soy uno de los que se preocupa por hacer la clase interesante, atractiva y que a pesar de que soy estricto y exigente con los alumnos, ellos responden y me comentan que les agrada la forma de trabajar porque aprenden y se divierten. Más satisfacciones recibo cuando ellos egresan y regresan para preguntar, para solicitar ayuda con las tareas, eso me llena mucho.
Siempre he estado Orgulloso de ser docente, porque me llena mi trabajo, me ha dado muchas satisfacciones como el hecho que me llamen a dar una conferencia o dar diplomados, impartir cursos a compañeros docentes, etc. Pero sobre todo, por lo que logro en el salón de clases con mis alumnos.
Considero que cuando un trabajo –como la docencia- nos llena, uno se siente orgulloso y deseamos que todos se enteren de nuestros logros, de nuestras conquistas. Por eso cuando escucho a alguno docente que enojado exige que le llamen ingeniero, licenciado o abogado, antes que profesor, lo primero que me lleva a pensar es que es una persona que ha experimentado demasiada frustración con su práctica docente, tanta frustración que el nombre mismo le duele, lo lacera, lo aniquila, lo ofende y lo hace sentir menos. Qué forma tan absurda de pensar, pero a veces no es tan consiente el asunto, el problema.
Considero que para motivar a los jóvenes necesitamos ubicarnos en su realidad, conocerlos. En mi asignatura tengo que enseñarles que es el reportaje, la estructura del reportaje, pero no me dicen de qué tipo de reportaje debo enseñarles y en esta carencia o vacio intencional, encuentro un espacio y una posibilidad para hablar con ellos de temas que puedan interesarles como el grafiti, la obesidad, el problema de Acteal a diez años de distancia, niños indígenas explotados, la moda, la sexualidad, etc. El problema es que debemos los docentes de ser polifacéticos y conocer los temas que tratamos con ellos con toda la responsabilidad. En lo personal, no sería tan irresponsable como para hablar de un tema que pueda mal orientarlos, y con eso hay que tener cuidado.
Las satisfacciones más grandes que recibo es que soy uno de los que se preocupa por hacer la clase interesante, atractiva y que a pesar de que soy estricto y exigente con los alumnos, ellos responden y me comentan que les agrada la forma de trabajar porque aprenden y se divierten. Más satisfacciones recibo cuando ellos egresan y regresan para preguntar, para solicitar ayuda con las tareas, eso me llena mucho.
Siempre he estado Orgulloso de ser docente, porque me llena mi trabajo, me ha dado muchas satisfacciones como el hecho que me llamen a dar una conferencia o dar diplomados, impartir cursos a compañeros docentes, etc. Pero sobre todo, por lo que logro en el salón de clases con mis alumnos.
Considero que cuando un trabajo –como la docencia- nos llena, uno se siente orgulloso y deseamos que todos se enteren de nuestros logros, de nuestras conquistas. Por eso cuando escucho a alguno docente que enojado exige que le llamen ingeniero, licenciado o abogado, antes que profesor, lo primero que me lleva a pensar es que es una persona que ha experimentado demasiada frustración con su práctica docente, tanta frustración que el nombre mismo le duele, lo lacera, lo aniquila, lo ofende y lo hace sentir menos. Qué forma tan absurda de pensar, pero a veces no es tan consiente el asunto, el problema.
Considero que para motivar a los jóvenes necesitamos ubicarnos en su realidad, conocerlos. En mi asignatura tengo que enseñarles que es el reportaje, la estructura del reportaje, pero no me dicen de qué tipo de reportaje debo enseñarles y en esta carencia o vacio intencional, encuentro un espacio y una posibilidad para hablar con ellos de temas que puedan interesarles como el grafiti, la obesidad, el problema de Acteal a diez años de distancia, niños indígenas explotados, la moda, la sexualidad, etc. El problema es que debemos los docentes de ser polifacéticos y conocer los temas que tratamos con ellos con toda la responsabilidad. En lo personal, no sería tan irresponsable como para hablar de un tema que pueda mal orientarlos, y con eso hay que tener cuidado.
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